Lunes de cuento
Interrupciones Los incesantes golpes la obligaron a despertar. “¿Quién, o qué, poseía la urgencia de ser atendido?”, se preguntó mientras transitaba escaleras abajo ciñendo a su cintura el rosado cinturón del gastado deshabillé. El sonido de sus ligeros piececitos retumbaba en toda la extensión del oscuro hueco de la escalera principal, sólo interrumpido por los azotes que, desde el exterior, un desconocido le propinaba a la enorme puerta de roble oscuro de la suntuosa propiedad del barrio de Barracas. Mientras se movía fácilmente hacia el recibidor, sus dedos se deslizaban por el suntuoso y añejo barandal, y su mente repasaba con satisfacción su pasado. Poseía una buena vida, un buen matrimonio, una buena carrera de abogada, hermoso ye exitosos hijos ya crecidos; hasta el futuro de sus nietos sería prometedor. No le faltaba nada. Su vida era perfecta tal y como era. Pero ese constante golpeteo en la puerta de entrada interrumpía su perfecta vida. Por fin llegó. S...