¡Lo prometido es deuda!: La YAPA del Viernes
Se acerca el fin de semana y nos invita a relajarnos, a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.
Para mí; al igual que para muchos; la lectura es ese placer terrenal que trasciende los sentidos, da rienda suelta a nuestra imaginación, motorizando el mundo que nos rodea. Todo comienza y termina con un buen libro.
No pretendo reemplazar a un libro con mis líneas, sino incentivar a buscar lecturas de todo tipo, enriqueciendo así imaginación y conocimiento al mismo tiempo.
Es por eso que comencé éste blog; no sólo para compartir mis cuentos, sino para animar a todos a leer distintos géneros, y superarse en la lectura diariamente.
Hoy les acerco una pequeña reflexión que espero los deje pensando; de buena manera; todo el fin de semana.
L.K. Rodriguez
Para mí; al igual que para muchos; la lectura es ese placer terrenal que trasciende los sentidos, da rienda suelta a nuestra imaginación, motorizando el mundo que nos rodea. Todo comienza y termina con un buen libro.
No pretendo reemplazar a un libro con mis líneas, sino incentivar a buscar lecturas de todo tipo, enriqueciendo así imaginación y conocimiento al mismo tiempo.
Es por eso que comencé éste blog; no sólo para compartir mis cuentos, sino para animar a todos a leer distintos géneros, y superarse en la lectura diariamente.
Hoy les acerco una pequeña reflexión que espero los deje pensando; de buena manera; todo el fin de semana.
INTERROGANTES
¿Por qué tiene que ser tan complicado?
Todo, en algún momento, se complica.
A pesar de que estemos seguros que alcanzamos la felicidad
plena, que nos encontremos gozosos y llenos de alegría; cuando creemos que el
universo es perfecto así como está; algo cambia, imperceptible, y nuestro mundo
se desmorona.
Quizás está en nuestro ADN, el humano; cada vez que obtenemos lo que estábamos buscando surge algo que lo modifica todo; o creemos
que algo surge, suponemos que Dios, Buda, Mahoma o Jehová; todos están en nuestra
contra. ¿No seremos nosotros que le buscamos la quinta pata al gato? Algo tiene
que salir mal; debe de ser así.
Es la sensación de dejar la puerta abierta; aunque estás
seguro que pusiste llave, te preguntas “¿Habré
cerrado? ¿Dejé la llave puesta? ¿Olvidé la luz encendida, el grifo corriendo,
el gas, la llama ardiendo…?”
Dudas. Siempre dudas.
El corazón inquieto, lleno de preguntas y preocupaciones.
¿Somos nosotros los arquitectos inconscientes de todas ellas? ¿Son reales?¿Qué es la
realidad al final sino producto de nuestra propia psiquis?
Una marea de interrogantes invade constantemente nuestro
ser. Consciente o no, están aquí, nos acompañan toda la existencia.
¿Será que no servimos para otra cosa más que para dudar?
Algo verdaderamente bueno de todo esto es que las
inquietudes e interrogantes nos mueven, impulsan nuestro ser.
De toda pregunta surge una fuerza movilizadora e imparable
hacia su respuesta, la revelación que resolverá todo; o por lo menos hasta la
próxima interrogante-que no tardará en surgir, por cierto-
Newton se preguntó por qué la manzana golpeó su cabeza, para luego
reformular la cuestión y acometer en el por qué cayó, y BAM… formuló la ley de
gravedad, concluyendo que existía una fuerza que atraía todo hacia la tierra.
Seguramente Einstein realizaba un viaje en tren cuando se
preguntó cómo percibiría el movimiento del interior del vagón un espectador en
el andén y ZAS… la teoría de la relatividad vio la luz del sol.
Así cada pensador, científico, músico o artista logró
trascender gracias a una primigenia y básica duda.
La síntesis de nuestra existencia y genialidad, es a su vez
nuestro diario e irreverente calvario, nuestro ADM mágico; el signo de
interrogación, la gran máquina que motoriza y, a su vez, paraliza nuestro ser
entero.
¿Qué gran contradicción, no?
L.K. Rodriguez