¡Lunes de Cuentos!
¡Buen Lunes Gente Bella!
Aquí el cuento de ésta semana, espero que les guste.
Cuando logró reaccionar ya no se encontraba
en su cocina, por lo que el pánico se apoderó por completo de todo su ser.
Infructuosamente trató de tranquilizar su respiración, a sabiendas que debía
ser un sueño; uno de aquellos sueños lúcidos que aparecían cuando olvidaba
tomar las pastillas que el psiquiatra le había medicado. Sin embargo, estaba
segura de haberlas engullido junto con la cena, unas horas antes.
Aquí el cuento de ésta semana, espero que les guste.
INSOMNIO
La mente funciona de formas misteriosas; no
sería distinto en aquella oportunidad.
La marea de pensamientos, que azotaban su
cabeza, se tornaron insoportables para Susana; por lo que no lograba conciliar
el sueño.
Dicen que la soledad no es buena compañera;
¡cuánta razón tienen! Ella conocía bien de soledades, sin embargo desconocía
sus consecuencias.
Aquel día todas sus emociones se
potenciaron y, de la mano de la noche, su solitaria existencia se vio sacudida
de visiones incoherentes.
En su lecho el mundo entero se colapsó,
violentado por pensamientos tenebrosos.
El insomnio reiterado no ayudaba a mitigar sus
pesares, por lo que decidió vestirse y preparar un té; suponiendo que el vapor
de una taza caliente reconfortaría su inquieto corazón.
Se distrajo un rato preparando los enseres necesarios
para la infusión. En tanto el agua alcanzaba la temperatura necesaria, su alma zozobraba
en un sinfín de macabros pensamientos.
La sobresaltó el ruido del vapor escapando
violentamente del pico de la tetera. Un segundo después, el hervor del agua la
hipnotizó y se perdió dentro de su sonido.
Cerró sus ojos, negándose a creer lo que aquella
bella mirada azul atestiguaba. Lentamente volvió a abrirlos, repitiéndose; como
en plegaria, la irrealidad de la situación.
Se asombró sobremanera al reconocerse aún
inmersa en la delirante visión; aterrándola aún más la presencia de aquella
siniestra figura alada que se acercaba decididamente a ella.
Tuvo que obligarse a verlo; su rostro le
resultaba repugnante. Un hedor penetrante, de azufre y ajenjo, asaltó sus sentidos; y, mientras
la sombra alada se vaporizaba, un eco ronco resonaba dentro de sus oídos. – ¡Eres
mía, mi hermosa princesa oscura! Habitaré dentro de ti hasta que llegue el
momento de cumplir con tu destino. Juntos arrasaremos con la creación y
gobernaremos en el fuego del caos –
Su piel ardía. Despertó tendida en el suelo
de la cocina, con el agua hirviendo cubriéndole partes de su cuerpo.
“La soledad es mala consejera” se dijo a sí
misma, y procuró limpiarse.
No fue hasta que recostó su cabeza en la
almohada que la vio; una marca rojo sangre rodeaba su muñeca. Tres nueves resplandecientes
se divisaban claramente; ahora sólo quedaba aguardar. Todo lo demás serían
simples anhelos; siempre supuso que estaba maldita, hoy estaba segura de ello.
FIN
L.K.Rodriguez