¡LUNES DE CUENTOS!
He aquí el cuento corto de ésta semana; aunque ya casi el Lunes llega a su fin.
Camino a la cima
Me encontré subiendo una cuesta demasiado
alta para mí. Otras veces sometí mi voluntad a escaladas imposibles; en tanto
ninguna terminó siendo un verdadero reto. Pero esta noche era diferente.
El viento helaba mi rostro; las manos
entumecidas ya no le respondían y el dolor… el dolor era insoportable. La
montaña no se dejaría domar, eso estaba claro; tal como mis horas estaban
contadas. Colgaba, cual bolsa de trapo, de una superficie vertical de más de
500 metros de altura, totalmente atorada en una grieta profunda. El anclaje
superior había cedido, lanzándome de un latigazo directo a una hendidura
profunda en la roca, la cual no hacía mucho tiempo atrás había logrado sortear,
algunos metros abajo.
Calculo que estuve inconsciente unas dos
horas, ya que al despertar el sol se mecía suave sobre las copas de las lejanas
coníferas. El atardecer culminaba mientras yo me descubría toda la pierna
derecha atorada en aquella grieta, la cadera fracturada, un brazo inútil y una
fuente de fluido rojo emanando de mi frente.
Me quedé varias horas tratando de
reconocerme por completo, sintiéndome cada sección e identificando mis
dolencias. Mi situación era precaria y de total indefensión. Nada podía hacer
más que esperar; así que decidí mantener la calma. Todos en la base sabían ese
día que yo ascendería por la escarpada ladera sur. Así que sería mejor esperar;
tarde o temprano me rescatarían.
Sin embargo las horas pasaron y mis
esperanzas fueron diluyéndose. Nunca fui demasiado creyente, pero ya no me importó.
Le supliqué a los cielos su ayuda; a Dios; a cuanto santo se me ocurrió
también. Y para cuando el cielo comenzó a aclarar, mi voluntad se desvanecía
con la misma rapidez del alba.
No sabría decir cuanto tiempo estuve
colgando; horas, días.
Lo siguiente que recuerdo es paz, el candor del sol en
mi rostro, el sonido de las aspas del helicóptero cortando el aire invernal, y el
tierno abrazo de mi madre que me repetía sin cesar – ya no te angusties, todo
estará bien- por fin me habían rescatado, por fin volvería a casa.
Un último eco resonó en mis oídos- Jack, ya
no hay nada que hacer. La perdimos, llegamos muy tarde, su corazón no soportó .-
Y todo alrededor se apagó.
FIN
L.K.Rodriguez