Un Nuevo Inicio Demorado, y una opinión largamente atragantada.



 ¡Hola a todos!

¿Cómo están?

Espero que bien.
Sé que he desaparecido muchísimo tiempo y, como es de suponer, todo tiene su porqué.
Y es que a veces el Universo conspira en nuestra contra, o simplemente nos dejamos estar, agobiados por las tribulaciones del destino, de la vida misma, o de algún malicioso ser que mueve los hilos tal cual marionetas y nos lleva derecho al abismo de la desesperanza.

Por suerte ( o intervención de una energía superior, ya sea divina, paranormal o simple reminiscencia de alguna radiación de una lejana supernova) todo pasa; o al menos intenta suponer pasar cuando en realidad nos acostumbramos a convivir con el desastre.

Cabe aclarar que en este rincón del planeta siempre existe un nuevo desafío a la mente, la cordura y el bienestar general... por supuesto que estoy en Argentina.
Y sé que no sufrimos ninguna irreverente, despiadada y devastadora guerra como Ucrania; ni las sequías que generan millones de hambrientos en África; pero nos las arreglamos para jodernos la vida como sociedad siempre que podemos.

Es que resulta un ejercicio obligado jodernos la vida. Nos adoctrinan desde temprana edad para aceptar el látigo populista y benefactor del Peronismo, con la promesa de la tierra de leche y miel, la igualdad social, la satisfacción plena, la repartición justa de la riqueza ( aunque te rasques el ombligo todo el día ) y el bienestar social bajo el manto piadoso de algún Padre o Madre de la patria que será la persona salvadora de nuestro libre albedrío para evitarnos la necesidad de pensar. Y, como es de esperar, los que no nos dejamos adoctrinar porque nacimos con el signo en el ascendente de la razón y el milagro de más de 12 neuronas, y la necesidad de esforzarnos para destacar; nos transformamos en parias, mártires sociales destinados a ser bastardeados por el resto de nuestra vida ( o hasta que nos decidamos migrar ).

Y así comenzamos a remar, desde temprana edad, en contra de la corriente, en un mar del mejor dulce de leche repostero Argentino, dónde avanzar nos cuesta sangre, sudor, lágrimas y muchos amigos y familiares que, adoctrinados, nos miran con recelo y asco, al tiempo que lanzan palabras como "gorila", "vende patria", "fascista", "oligarca"; y otro tanto de adjetivos denigrantes de clase social totalmente equívocos, porque lo que menos tenés en el bolsillo es "guita", ya sean pesos ó mucho menos dólares.

Así navegamos, entre la identidad nacionalista indemne, cantando con fervor el himno Argentino en cuanto acto patrio o partido de fútbol se celebre,  con el pecho hinchado y la frente en alto; mientras, el compatriota de al lado, te cree una lacra por querer trabajar, tener una remuneración, estudiar una carrera o comprarte tu casa.

En todo este tiempo de ser Argentina de nacimiento jamás me cuestioné mi convicción de origen, mi sentir hacia mi tierra; porque siempre la creí mía, tanto como de los más de 44millones de argentinos que la habitan junto a mí.

Pero las últimas elecciones presidenciales cambiaron algo dentro de mí. El resultado quebró mi ser democrático por completo y me sumergió en el mar de la desazón y la desesperanza.
Y, si faltaba algo, la pandemia terminó de destrozar una parte de mi alma, la sección que siente orgullo de su origen y su pueblo.

Medité muchísimo, y en todos los escenarios que fabulaba en mi mente llegaba al mismo resultado: desintegración social, caos, colapso, desesperación.

Cual novela negra de la más baja calidad volvemos a recaer en el juego de una reina batata que se jacta de mesías de un reino que no sabe qué rumbo tomar y que sigue , ingenuo e idiotizado, engordando los bolsillos de la reina, sus títires y las ratas que la rodean.
Son ellos quienes se llevan las riquezas de nuestra tierra, haciendo  sangrar las venas de nuestro pueblo, mientras hablan de justicia social y señalan con el dedo a los pocos emopresarios que quedan como los culpables de todos los males del pueblo.

Así el pobre se vuelve contra el "menos pobre", ya que no existe casi la clase media en la Argentina.
Mientras la nueva oligarquía, disfrazada de salvadora populista, nos roba el alimento de nuestra boca con una sonrisa en el rostro y la seguridad de que el pueblo es estúpido.

Porque lo que se quebró en mí es la fé en mi pueblo. El velo de la idealización nacional se deshizo, desgarrado en hilachas, para despejar mi vista y ser testigo de la cruda realidad: el adoctrinamiento que comenzó en 1945 con el Teniente General Juan Domingo Perón, y continúa hoy con  la señora Cristina Fernández de Kirchner, rindió sus frutos; y el 60% de nuestro querido pueblo se transformó en idiota; sordo, ciego y mudo, irreverente masa amorfa de carne que solo reacciona al estímulo de la teta del estado, respondiendo al grito de "mueran los bastardos oligarcas vende-patria" y "viva el pueblo pobre y humilde que venera a la virgen Cristina".

Siendo testigo de la denigración social de nuestro pueblo, el colapso y la anarquía en las calles de nuestra tierra ( anarquía impuesta entre compatriotas, que se desprecian mutuamente por su condición social o simplemente hastiados por la situación política y económica que nos agobia) veo a mis "hermanos" matándose en las calles, por un simple roce automovilístico, un pobre partido de fúltbol de tercera división o un celular de menos de cien dólares.

Los que tuvieron un resto económico y alguna que otra oportunidad ya migraron, o están a punto de hacerlo; regresando a la tierra que alguna vez enorgulleció a sus abuelos o tatarabuelos.
Los que quedamos simplemente permanecemos inertes, sin opciones a corto plazo, sin oportunidad a la vista, deseando que exista un dios entre todas las creencias pasadas, presentes o futuras, que se apiade de nosotros.

 Tardé mucho en volver a escribir porque mi mente atormentaba a mi razón, y mi bolsillo apremiaba mi pluma. Hay algo que aún me ocurre, es que mi bolsillo sigue torturando mi existir; sin embargo, mi mente se aclaró, mi razón se impuso a mi corazón y mi realidad simplemente espera la oportunidad de encontrar mi lugar en el mundo y abandonar esta tierra que ya no siento mía.

Entre tanto, volveré a escribir; sin frecuencia impuesta, pero con la firme convicción de que al final lo único que me queda es poder compartir un poco de mi locura con mi pluma, algo que tal vez de sosiego a algún compatriota que siente lo mismo, o a cualquier persona de este planeta que necesite viajar a otros mundos y parajes, aunque más no sea a través de un escrito.

¡Hasta el próximo posteo!

Los abrazo a la distancia.

LK Rodríguez

Los +Leídos

¡El Cuento de los Viernes!

¡Se hizo la luz! : La primavera de mi Blog

¡Lunes de Cuentos!